martes, 18 de octubre de 2011

LOS HIJOS

Afirmaba Takashi Asano en la Contra de la Vanguardia del 05/10/2011 que no había tenido hijos para preservar el medio ambiente. Entiendo que ésta era una razón entre muchas otras, y probablemente no fue la principal a la hora de tomar tal decisión, pero no puedo evitar estar de acuerdo con él.

Yo no tengo hijos. Afortunadamente no todo el mundo piensa como Takashi y como yo, dado que entonces la raza humana se habría extinguido. La supervivencia de una especie se basa, entre otros factores, en su capacidad reproductiva, pero en el caso de los seres humanos me parece que si nos extinguimos será por otros motivos.

La población mundial crece exponencialmente, pero el planeta Tierra y los recursos naturales son limitados. No pueden crecer. Más gente presiona sobre el mismo territorio provocando conflictos y la destrucción del medio ambiente. Y cada una de esas personas tiene el mismo derecho a comer, a ocupar un espacio y a existir que su vecino.

Las religiones siempre han intentado que sus adeptos tengan el mayor número de hijos posible, dado que así tienen más probabilidades de extenderse y de competir con las demás. El peso de la religión en la cultura y modelos económicos antiguos promovían aumentar al máximo el número de hijos. Pero todo esto ya está obsoleto.

Hoy en día la presión de la humanidad sobre el planeta ya es insostenible, y añadir más humanos es añadir necesidades alimentarias, energéticas, contaminación, conflicto y residuos.

Es cierto que los ajustes son dolorosos para la generación que los sufre. Un descenso de la natalidad provocaría una población envejecida que acabaría teniendo que ser mantenida por una fuerza laboral menor. El sistema de pensiones quebraría (no por la pirámide poblacional sino por ser de reparto en lugar de ser de capitalización) y la edad de jubilación no pararía de aumentar.

Pero siempre será menos doloroso un ajuste por descenso de natalidad que por un incremento brusco de mortalidad. Y tarde o temprano debe producirse un ajuste. A este ritmo simplemente no se cabrá.

Pero todos los colectivos, todos los estados, todas las religiones, todas las familias prefieren que sea otro el que reduzca su natalidad. Los estados dan ayudas fiscales por hijos y benefician a las familias numerosas. Nunca he entendido dichas políticas, nadie les obligaba a tener tantos hijos. Creo que la respuesta viene de la concienciación y los estados no deberían intervenir más allá. O mejor aún. No intervenir de ningún modo.

Claro que si me gustasen los niños tal vez pensaría de otra manera...

No hay comentarios:

Publicar un comentario