viernes, 28 de octubre de 2011

LAS CONTRASEÑAS

En el contexto informático que vivimos las contraseñas son fundamentales para sobrevivir. Con ellas se puede suplantar la identidad y realizar verdaderos destrozos en la economía y la vida social del individuo. Para las empresas la cuestión tampoco es baladí.

Hay gente que por profesión u ocio se dedican a intentar descifrarlas para su propio lucro y perjuicio de la víctima. En un mundo ideal las contraseñas, los cerrojos, los candados y los mecanismos de seguridad no tendrían que ser necesarios, pero todavía estamos lejos de vivir en él.

Personalmente cuido mucho su configuración y custodia, mediante algoritmos que me permitan recordarlas sin tener que usar la misma en varios sitios o apuntarlas en ningún lugar. Muchas de ellas se redireccionan al correo electrónico para reactivarse. Por eso cuando te crackean la del mail estás perdido.

Para hacer una transferencia bancaria necesitas introducir el código secreto. Después te mandan un SMS al móvil con las coordenadas de la tarjeta de claves que debes introducir. Posteriormente tienes que mandar un análisis de ADN, un escaneo de retina, una radiografía de tórax, una ortopantomografía, un escaneo de tus huellas dactilares, 10mg de caspa testicular y una fotocopia del culo. Cuando tu verdadera identidad está comprobada el dinero se transfiere.

Bromeo. Cualquier medida de seguridad excesiva es mejor que alguien que te robe el dinero de la cuenta.

Sin embargo, recuerdo en la empresa que el exceso de celo provocaba situaciones surrealistas. Trabajábamos con varias aplicaciones distintas. Cada una de ellas se regía por requisitos distintos por lo que era imposible usar la misma contraseña en todas ellas.

Debían tener un número mínimo y máximo de caracteres, cambiaban cada mes, no podías repetir ninguna usada en los últimos 200 años, ni podían tener ninguna referencia a ningún dato personal tuyo ni a ninguna fecha. Distinguía mayúsculas, minúsculas y números romanos. Obligaba a contener como mínimo dos números, dos letras y dos caracteres especiales (+*?=$€, etc.). No podía haber más de tres números o letras consecutivos, y entre las dos primeras cifras y las dos últimas tenía que haber como mínimo un carácter especial. No podía acabar en 3, y la suma de los números tenía que ser menor que la edad de la esposa del Consejero Delegado. Si había dos vocales seguidas no podían formar diptongo. Si había dos consonantes seguidas no podían usarse para formar la palabra "mierda".

En definitiva. El sistema era tan complicado que era imposible memorizar tus contraseñas, por lo que todo el mundo las escribía en un "post-it" que pegaba al lado de la pantalla del ordenador. Es posible que hubiera cierta protección ante un ataque virtual, pero cualquier visita un poco avispada y con buena memoria te desmontaba todo el sistema de seguridad de la empresa. Perder ese "post-it" era como volver de vacaciones y tener que resetear todo el sistema. Algunos lo guardaban dentro de la agenda, dentro del cajón. Pero no apuntárselas era la perdición.

Y ya está. Ésta es la anécdota.




martes, 25 de octubre de 2011

LA VELOCIDAD

Últimamente está de moda marear a los conductores con límites de velocidad variables, que son inferiores a los estándares de conducción segura por el tipo de vía y la capacidad actual de los vehículos.

Se justifican diciendo que son para evitar accidentes y contaminación. Es cierto. A menor velocidad menos siniestros y menos polución. Si la velocidad máxima en cualquier carretera del país fuera de 50 Kph seguro que se reducirían. Y si fuera 20 Kph todavía menos. O mejor aún, si se prohibieran los automóviles. Entonces no habría ningún accidente y el aire estaría mucho más limpio. Pero no se hace porque el impacto en la economía y en la libertad de desplazamiento de los individuos sería devastador. Entonces ¿dónde está la frontera? ¿Por qué 80 Kph? ¿Por qué 100 Kph? ¿Quién decide el umbral?

Yo le he cogido el gustillo a lo de estar vivo y detesto contaminar. Pero tengo coche y lo uso. Y lo hago porque asumo un cierto riesgo contra mi persona y contra el medio ambiente a cambio de un beneficio en capacidad de desplazamiento que me compensa. Y soy extremadamente prudente con ambos porque mi vida y mi planeta son dos de las cosas que más aprecio en este mundo.

Pero estos límites de velocidad me parece que tienen poco sentido más allá de un afán recaudatorio y mediático. La seguridad y la polución pasan más por la vía tecnológica y de concienciación que por los límites de velocidad variables.

Además, cuando voy a 80 en lugares donde estaba acostumbrado a ir a 120 me abuuuuurrrrrooooooo........

lunes, 24 de octubre de 2011

EL AZÚCAR

De pequeño devoraba con pasión todo tipo de dulces y chucherías. En esa época pensaba: "Cuando sea mayor ganaré dinero, y me podré comprar todos los caramelos que quiera sin tener que pedírselo a mis padres... pero claro, entonces ya no me hará falta porque a los adultos no les gustan las chuches".

Me equivoqué. Fui creciendo y mi afición por el dulce no hizo más que aumentar. Todavía recuerdo salir de la oficina y modificar mi ruta para pasar por delante de una tienda de golosinas. Casi me daba vergüenza, un adulto trajeado rodeado de escolares, llenando mi bolsa hasta los topes que siempre consumía en su totalidad en el trayecto antes de llegar a casa. No importaba su tamaño.

Empecé a relacionar la cantidad de dulces con el nivel de estrés en el trabajo. En un mal día, una situación laboral tensa o unos plazos de entrega ajustados la dosis era más elevada. Me daba cuenta de mi adicción, pero mis dientes y mi constitución lo aguantaban y me gustaba el sabor por lo que no entendía la necesidad de dejarlo. Las diarreas eran intermitentes, y me olvidaba de ellas una vez las había superado.

Con el tiempo me diagnosticaron una Candidiasis Crónica. Siempre pienso que todas las cosas que ocurren tienen un buen motivo de ser. Y a esta enfermedad debo agradecerle que me concienciara del poder tóxico y adictivo del azúcar. Y a la vez que me diera un toque de atención antes de tener algo peor, como una diabetes o un cáncer.

Tuve que dejar completamente el azúcar. Adiós a las chuches, a los helados, a los turrones, a los panellets, a la coca, a los bombones, a los croissants de chocolate, a la Coca-cola, al alcohol... puede que nunca los vuelva a tomar. Como en toda adicción hay un periodo de síndrome de abstinencia, pero dura poco, y una vez superado es fácil... en teoría...

Dejar el azúcar no es como dejar de fumar o de beber. Un cigarrillo o una cerveza son identificables, aislables. O fumas o no fumas. O bebes o no bebes. ¡El azúcar está en todas partes! Me di cuenta de lo extremadamente difícil que es dejarlo. Se usa para todo. Lo mezclan en los alimentos más inverosímiles. ¡Incluso el jamón serrano tiene azúcar! ¡El jamón! ¡Sacrilegio!. Se ve que es un conservante, que potencia el sabor y le da al producto un punto adictivo que siempre ayuda a mejorar las ventas.

Comprendí a todas las personas celíacas o intolerantes a cualquier tipo de alimento. Los alimentos están tan manipulados que es dificilísimo llevar una dieta libre de tóxicos. 

Ahora tiro de dietética y alimentación ecológica con el consecuente efecto para mi bolsillo. En plena crisis este tipo de establecimientos están en total expansión. No me extraña. La cantidad de enfermedades que nos ahorraríamos si comiéramos más sano.

viernes, 21 de octubre de 2011

LA CORBATA

Nunca me acostumbré a llevar corbata. Es una prenda de vestir que no entiendo. No abriga en invierno y sofoca en verano. Su valor estético es cuestionable, siempre subjetivo, y a mi entender en muchos casos claramente resta.

Imagino que históricamente era una forma de distinguir a los ejecutivos del resto de mortales. Una forma de separación de clases, de elitismo. Los encorbatados tenían un trabajo más cualificado que los plebeyos. No se ensuciaban las manos. Hoy en día esto está obsoleto y se sigue usando por pura inercia.

Yo siempre la he visto como una soga en el cuello, como una correa de perro. No es más que un simbolismo, nunca me han ahorcado con ella, pero para mí, tener un nudo corredizo alrededor del cuello no puede ser buen Feng Shui.

Hace años me negué a seguir llevándola. Al principio era el bicho raro, pero poco a poco la gente se fue sumando a la iniciativa. Con el tiempo, en verano, pudimos subir algún grado la temperatura del aire acondicionado de la oficina. Lo agradecieron las mujeres que lógicamente van menos abrigadas en verano. A ellas no se les ocurriría estrangularse con una tira de trapo alrededor del cuello, pero tienen un abanico de instrumentos de tortura autoinflingida mucho más extenso, como la depilación, los zapatos de tacón... pero esto ya es otro tema. Y sobretodo lo agradeció el Medio Ambiente. Abrigarse en verano para ir a la oficina porque es la estética imperante y tener que bajar la temperatura artificialmente es de una absurdidad insostenible.

Sí, la corbata desaparecerá con el tiempo, pero no será fácil. Siempre pienso que el estafador más peligroso es el que va impecablemente vestido. La gente se fía más. Con un traje caro y una corbata de seda se te abren puertas de otra forma impenetrables. Y es pura fachada. La validez de la persona que va dentro es absolutamente independiente de su carcasa.

Y ya sé que hay gente que se gana la vida fabricando corbatas, pero también había gente que se dedicaba a fabricar máquinas de escribir o discos de vinilo y tuvieron que evolucionar.

Yo digo no. No a las corbatas.



jueves, 20 de octubre de 2011

LA BOLSA

Hace unos años cometí el error de invertir en bolsa unos ahorros que tenía. Hoy valen menos de la mitad y estoy esperando que se recuperen algo para vendérmelo, asumir la pérdida y no invertir en renta variable nunca más.

No, no digo que la bolsa sea una mala inversión, simplemente que mi perfil es más conservador y prefiero tener menos rentabilidad y más tranquilidad (y no fundirme los beneficios en antiácidos estomacales).

En resumen, la bolsa es más arriesgada que la renta fija y menos que la lotería. En la lotería inviertes un dinero, la rentabilidad es brutal y el riesgo elevadísimo. Por eso le destinamos poca cantidad y nunca nos quejamos de perderla, ya que somos conscientes de su riesgo y lo asumimos.

La bolsa es un término medio.Tengo una licenciatura en ciencias actuariales y financieras, e hice un master de un año en inversión y finanzas. Me familiaricé con conceptos tan apasionantes como el Análisis Técnico, el Análisis Fundamental, el PER, el BPA, la Beta,... para al final llegar a la conclusión de que la bolsa es simplemente un gran casino. Normalmente (a menos que inviertas en derivados y otras ludopatías similares) hay menos riesgo. Pero sus similitudes son mayores a las que yo creía.

- La banca siempre gana. No, no me refiero a los bancos, me refiero a las comisiones de los intermediarios, que se cobran por operación al margen de su rentabilidad.

- El casino se rige por el azar. La bolsa por las emociones humanas (que todavía son más erráticas e imprevisibles... ¡y sobretodo contagiosas!). Angela Merkel se tira un pedo y la bolsa baja. Obama sonríe y la bolsa sube. Las agencias de rating sacan la bola de cristal y la bolsa vuelve abajar. Miedo y expectativas. Eso mueve a los inversores y eso mueve la bolsa. Por lo demás me podría haber ahorrado un buen tiempo y dinero en el master.

No, yo no volveré a invertir en bolsa nunca más. Tendré una pérdida patrimonial que fiscalmente no recuperaré en los próximos 3 años, agarraré lo poco que me queda y ¡¡¡me lo fundiré en Euromillones!!!

EL DEPORTE

Prefiero practicar deporte que observar cómo lo hacen otras personas. Hacer ejercicio es sano y altamente recomendable. Pero mirar cómo lo hacen los demás me parece una pérdida de tiempo.

Sin embargo a millones de personas les encanta. Y de ahí se deriva la inmensa oferta mediática (Juegos Olímpicos, Incontables competiciones de fútbol, NBA, Super Bowl, Tenis, Fórmula 1, vueltas ciclistas, motos...). El deporte mueve pasiones, los deportistas de élite ganan sueldos obscenos y la gente parece hipnotizada ante la mayoría de estos eventos.

Yo hago deporte casi a diario, pero ser espectador me aburre enormemente. Cuando el telediario empieza a hablar de fútbol cambio de canal (porque pienso que ya no son noticias) y paso en bloque la sección de deportes del periódico sin mirarla. Creo que en el mundo pasan cosas más interesantes como para ocupar tiempo y espacio en mi cerebro con todo este spam. Me parece incomprensible el dinero que mueve el deporte y me da un poco de pena toda la energía, dinero y tiempo desperdiciados (hablo más por los espectadores que por los deportistas) que podría dedicarse a tantos fines que reportarían mucho más a la humanidad.

Pero el deporte está ahí y la gente lo sigue con fanatismo y devoción por lo que el raro debo ser yo. Para mí lo preocupante es la naturalidad con la que nos hemos acostumbrado a la intromisión del deporte en nuestras vidas. Me entero de todos los resultados de los partidos de fútbol, de cada gol cuando se marca, me suenan los nombres (y algunas caras) de la mayoría de deportistas de élite y farándula periférica. Es inevitable. Está ahí. Todo el mundo habla de ello. Incluso yo lo estoy haciendo ahora.

Y yo me pregunto ¿Por qué?

Creo que la gente tiene una crisis de valores. Necesita ídolos, dioses, mitos y las religiones ya no se los pueden proporcionar. El deporte es perfecto. No necesita actos de fe. Es simple de entender. Distrae la atención de la gente.  Los aparta de la vida real, les da una válvula de escape. No hay que cuestionarse por qué eres de un equipo. Representa a tu ciudad o tu país, tus padres te lo inculcaron de pequeño... qué más da. No hay que pensar. Todos son iguales. Si hubieras nacido en otro lugar serías de otro equipo. Es fácil.
Y a los que tienen el poder les va de perlas. Como dijo Franco, "prefiero que la gente hable de fútbol que de política" (y si no lo dijo me lo acabo de inventar pero seguro que lo pensaba). Es una forma excelente de entretener a la masa para focalizar la energía y la atención de las ovejas y que no se descarríen o se les ocurra pensar. Una nueva religión. Y forrarse a su costa está bien visto.

No, no soy imparcial. El fútbol tiene sus ventajas y como ateo nunca me he podido beneficiar de ellas. Como tema de conversación estéril, neutral y universal es muy útil para usarse como comodín cuando escasean las alternativas más profundas. Por ejemplo en ambientes laborales con personas de baja afinidad cuando necesitas una muletilla para limar asperezas. O gente que conoces poco y necesitas rellenar tiempos muertos (en el sentido menos baloncestista de la frase). También es imprescindible como descansos en las comidas de trabajo, siempre ideales para desconectar y navegar un rato por mi mundo interior.

No, no soy imparcial, pero el que esté libre de pecado que chute el primer penalti.

LOS POLÍTICOS

Los políticos están de moda. Todo el mundo les critica. Y se lo han ganado a pulso. Corrupción, incompetencia, despilfarro de fondos públicos, abusos, falta de ética, nepotismo, privilegios, enriquecimiento inmoral (aunque sea legal)...

La gente se indigna con razón y protesta. Con acampadas y manifestaciones. Las aplaudo, pero no son suficientes. Pretenden combatir el sistema desde fuera del sistema y para ello se necesita una alternativa real.

Yo opino que expresar la indignación es imprescindible. Pero los políticos son necesarios en una democracia, y si la gente honesta pasa de política, solamente los corruptos e incompetentes se dedicarán a ella.

Propongo cambiar el sistema desde dentro. Los políticos, como cualquier colectivo del mundo, son un conjunto de personas. Las hay de buenas y malas y meterlos a todos en el mismo saco por la actitud de unos cuantos es un error.

La solución pasa por infiltrar gente honrada dentro de los partidos políticos. Dentro de las instituciones gubernamentales. Para que juntamente con las que ya hay actualmente, desbanquen a las manzanas podridas. En realidad no haría falta ni fundar partidos nuevos. Los partidos actuales no son ni buenos ni malos, no tienen alma. Tan sólo son una suma de las personas que los componen y éstas cambian cada día.

Invito a la gente honrada a dedicarse a la política. A no demonizar a los políticos porque entonces nadie querrá serlo. A cambiar el sistema desde dentro.

Invito a la gente indignada a votar en las próximas elecciones. La abstención mete en el mismo saco a disconformes y pasotas. Cread vuestro propio partido, votad en blanco, partidos anti-sistema, votad lo que os de la gana, pero la protesta en la calle pierde fuerza si no se respalda en las urnas.

Pero sobretodo invito a la gente a ser optimista. Porque el optimismo, al igual que la honradez, también se contagia.


LA MONARQUÍA

En tiempos de recortes presupuestarios es habitual que se cuestione la existencia de la Monarquía. Muchos países no la tienen y sus ciudadanos viven igualmente felices. Todas las personas somos iguales ante la ley y a todos nos sale sangre roja cuando nos cortamos. Nadie les ha votado. Son un legado de la dictadura. Es un gasto innecesario... el argumentario es extenso.

Sin embargo el tema económico para mí es menor. Claro que no se debería recortar ni un céntimo de gastos necesarios habiendo despilfarros como éste. Pero si los reyes españoles estuvieran forrados como la Reina de Inglaterra y no tuviéramos que mantenerlos tampoco los querría.

Yo no creo en la nobleza. Todas las personas son iguales. Los títulos son simples trozos de papel, no valen más que el valor que les queramos dar. Los privilegios caerán por su propio peso tarde o temprano, no se justifican en una democracia. Pero lo más preocupante son las fortunas acumuladas.

¿Por qué los reyes, las Duquesas, los Condes tienen el patrimonio que tienen y yo no? Porque lo han heredado. Porque sus antepasados fueron más listos, más crueles, más despiadados, y mataron a más gente que los míos. Consiguieron el poder y la riqueza y no lo han soltado. Y éste ha ido heredándose de generación en generación. Éste es el único motivo por el que alguien es rey, duquesa, conde o noble y yo no.

Pero esto ocurre con muchas fortunas. El antepasado delincuente, vencedor en una guerra, explotador, tirano, dictador... deja una herencia. Y sus herederos legales, generaciones más tarde, son personas honradas y legítimos propietarios de una fortuna manchada de sangre. A veces ni lo saben. Es imposible distinguir cómo se obtuvo. Pero con la nobleza y los reyes es distinto. Aquí sí que se pueden identificar. Y no, no propongo una expropiación, claro, es imposible distinguir la parte sucia de la limpia. Pero al menos abolir todos los privilegios actuales.

Y sí, yo sí que soy partidario de un impuesto de sucesiones para las grandes fortunas. Obviamente igual para todas las Comunidades Autónomas. Y por supuesto soy partidario de abolir la monarquía y los títulos nobiliarios y no destinarles ni un céntimo más de los impuestos del contribuyente.

LA RELIGIÓN

Yo opino que todas las criaturas del Universo, y en particular cada ser humano, forman parte de Dios. Dios está en el interior de cada uno, y por tanto todos los templos, los rituales, los sacerdotes, las reliquias, los objetos y escrituras sagrados, las estatuas,... en definitiva, la religión, son únicamente representaciones e interpretaciones que hacen otros seres humanos, tan válidas y sagradas como cualquier otra invención humana.

Históricamente la religión ha provocado guerras, matanzas, tortura, odio, enfrentamientos, y ha reprimido la ciencia, la cultura, la diversidad y la libertad de expresión. Actualmente en muchos lugares todavía es así. En mi opinión la religión ha sido siempre un lastre para la humanidad, convirtiéndose en una herramienta de algunos para manipular, oprimir, obtener y mantener el poder y enriquecerse.

Pero el mensaje original de todos los grandes profetas que inspiraron estas religiones era el mismo. AMOR. Seguro que si levantaran la cabeza se horrorizarían de lo que se ha hecho en su nombre. Su mensaje era bien intencionado porque eran buenas personas. Seres humanos. Dioses. Como todos nosotros.

Actualmente me miro la religión como una forma de cultura. Cuando viajo me gusta visitar catedrales, ermitas, templos, por un interés histórico, arquitectónico y cultural. Tiene un peso fundamental en la historia y me agrada conocerla.

Las iglesias católicas no me gustan mucho porque es una religión que se basa en el sufrimiento y el miedo. Las representaciones de personas torturadas, acribilladas a flechas, serradas, hervidas, o clavadas en una cruz, con una corona de espinas en la cabeza y el pecho sangrando por una herida de lanza me parecen de una crueldad incomprensible. No entiendo como un instrumento de tortura romano puede haberse convertido en un símbolo de veneración. Esto no es Amor. Los indígenas de América debieron flipar al ver estas representaciones. Nosotros ya estamos acostumbrados, pero desde fuera debe ser muy chocante.

La religión budista es la que me genera más simpatía. Allí las representaciones son tipillos regordetes y sonrientes. Parecen más felices. Inspira más buen rollo. Pero para mí, lo mejor de todo es la idea de la Reencarnación. ¡¡Me parece genial!!

Si una persona piensa que debe sufrir en la Tierra para ganarse el Cielo, o que debe morir en Guerra Santa para que se le perdonen los pecados, más vale estar lejos de él. Pero alguien que cree en la Reencarnación es una joya. Todos sabemos que todos los bienes materiales y riqueza que acumulemos mientras vivamos los dejaremos aquí el día de nuestra muerte. Nacimos sin nada y moriremos sin nada. Pero el que cree que volverá se preocupa de dejar un mundo mejor. De ayudar a los demás. De hacer el bien. De sembrar la paz. De no contaminar. Porque todo esto se lo va a encontrar cuando vuelva. No sabe dónde nacerá, pero seguro que se beneficia de su semilla de bondad.

Ojala todo el mundo creyera en la Reencarnación.

miércoles, 19 de octubre de 2011

LA CAZA

Nunca he sentido mucha simpatía por los cazadores. Me gusta pasear por el monte, y me resta tranquilidad saber que una persona armada merodea por los alrededores. De momento no me han matado ninguna vez, pero he tenido más de un susto y yo voy al bosque para encontrar paz y silencio, no a estar pendiente de hacer ruido para delatar mi posición y así evitar balas perdidas.

Sin embargo, uno de mis mejores amigos es cazador.

Me argumenta que los humanos hemos destruido la mayor parte del hábitat de muchas especies dejándolas aisladas en reductos limitados.

Hemos aniquilado sus depredadores naturales, como el lobo, y sin un depredador artificial, (el cazador), las especies crecerían incontroladamente e invadirían las zonas urbanas en busca de alimento. Animales grandes, como el jabalí, provocarían mortales accidentes de tráfico. Otros se convertirían en plagas y causarían desequilibrios en los ecosistemas y en los cultivos.

Afirma que muchos cazadores son ecologistas, aman la Naturaleza y los bosques y ayudan a protegerlos y a cuidarlos. Y predica con el ejemplo, conozco pocas personas que amen tanto el bosque y que tengan una conciencia ecológica y del reciclaje tan amplia como él.

También argumenta que él (como la mayoría de la población) come carne, y en vez de comprarla en el supermercado y que otro mate al animal en su nombre lo mata él directamente. Y no es más culpable que el que lo hace sacrificar por encargo para zamparse un buen filete.

Debo reconocer que en todo lo que dice tiene razón. Si yo viviera en una tribu prehistórica también cazaría. Pero no necesito cazar para sobrevivir. La caza por deporte implica un placer a la hora de apretar el gatillo y segar la vida de un animal. Y yo no disfruto matando animales. Al contrario, nada me alegra más que encontrármelos cuando voy de excursión, y lo último que me pasaría por la cabeza es acabar con sus vidas.

No negaré que de vez en cuando cae un jamoncito y el cerdo también tenía derecho a vivir. No negaré que a veces me como mi latita de atún y al bonito nunca le preguntaron. Mentiría si dijera que cuando veo un mosquito tigre encima de mi pierna afilando el aguijón para chuparme la sangre le perdono la vida... no, lo aplasto de inmediato, pero sin sentir ningún placer en tal acto o el más mínimo odio hacia él. El cerdo, el atún, el mosquito, todos tenían derecho a vivir y todos mueren por mi culpa.... pero en ningún momento siento placer por su ejecución.

Esa es la diferencia. El cazador disfruta matando al animal. Yo no.

martes, 18 de octubre de 2011

LOS HIJOS

Afirmaba Takashi Asano en la Contra de la Vanguardia del 05/10/2011 que no había tenido hijos para preservar el medio ambiente. Entiendo que ésta era una razón entre muchas otras, y probablemente no fue la principal a la hora de tomar tal decisión, pero no puedo evitar estar de acuerdo con él.

Yo no tengo hijos. Afortunadamente no todo el mundo piensa como Takashi y como yo, dado que entonces la raza humana se habría extinguido. La supervivencia de una especie se basa, entre otros factores, en su capacidad reproductiva, pero en el caso de los seres humanos me parece que si nos extinguimos será por otros motivos.

La población mundial crece exponencialmente, pero el planeta Tierra y los recursos naturales son limitados. No pueden crecer. Más gente presiona sobre el mismo territorio provocando conflictos y la destrucción del medio ambiente. Y cada una de esas personas tiene el mismo derecho a comer, a ocupar un espacio y a existir que su vecino.

Las religiones siempre han intentado que sus adeptos tengan el mayor número de hijos posible, dado que así tienen más probabilidades de extenderse y de competir con las demás. El peso de la religión en la cultura y modelos económicos antiguos promovían aumentar al máximo el número de hijos. Pero todo esto ya está obsoleto.

Hoy en día la presión de la humanidad sobre el planeta ya es insostenible, y añadir más humanos es añadir necesidades alimentarias, energéticas, contaminación, conflicto y residuos.

Es cierto que los ajustes son dolorosos para la generación que los sufre. Un descenso de la natalidad provocaría una población envejecida que acabaría teniendo que ser mantenida por una fuerza laboral menor. El sistema de pensiones quebraría (no por la pirámide poblacional sino por ser de reparto en lugar de ser de capitalización) y la edad de jubilación no pararía de aumentar.

Pero siempre será menos doloroso un ajuste por descenso de natalidad que por un incremento brusco de mortalidad. Y tarde o temprano debe producirse un ajuste. A este ritmo simplemente no se cabrá.

Pero todos los colectivos, todos los estados, todas las religiones, todas las familias prefieren que sea otro el que reduzca su natalidad. Los estados dan ayudas fiscales por hijos y benefician a las familias numerosas. Nunca he entendido dichas políticas, nadie les obligaba a tener tantos hijos. Creo que la respuesta viene de la concienciación y los estados no deberían intervenir más allá. O mejor aún. No intervenir de ningún modo.

Claro que si me gustasen los niños tal vez pensaría de otra manera...

LA VIVIENDA

Hace unos años yo buscaba una vivienda para comprar. Los precios estaban desorbitados, incontrolables y los vendedores desbordaban prepotencia. Todo el mundo especulaba, todo se vendía, la burbuja inmobiliaria era ciencia ficción, y circulaban frases del tipo: "mañana será más caro", "el precio de la vivienda nunca baja", "si no compras ahora ya nunca más podrás"...

No, yo no era un profeta ni un visionario que anticipó el estallido de la burbuja. Yo no tenía ni idea de cómo evolucionaría el precio de la vivienda. Igual que todo el mundo. Simplemente me hice unas preguntas:

¿Quiero pasarme toda la vida destinando la mayor parte de mi sueldo/pensión para pagar una hipoteca de un piso que no me gusta? (los que me gustaban no los podía pagar, pero aunque así fuera...) ¿Necesito poseer una vivienda para ser feliz? Si los precios siguen subiendo nunca podré ser propietario de un piso... ¿Y? ¿Se basa en ello mi realización personal? ¿Me llevaré el piso a la tumba? (probablemente tampoco estaría totalmente pagado).

Así que decidí que viviría de alquiler y que probablemente nunca sería propietario de un piso. 

Pasaron los años. Hoy miro el precio de la vivienda y sigo pensando igual. Hay una crisis mundial, la gente pierde el empleo a un ritmo escalofriante y el precio de la vivienda no ha bajado en consecuencia. De hecho me sorprende que actualmente se venda ni un solo piso a esos precios.

Pero se venden. Y el comprador no se ha vuelto loco. Simplemente piensa que dentro de unos años su piso valdrá menos... igual que su coche y la mayoría de sus bienes. Es lo normal. Los objetos se deterioran con el paso del tiempo. O tal vez piensa que el precio de su piso todavía tiene recorrido al alza. Incluso tal vez ni se plantea que algún día lo pueda vender, simplemente le compensa porque sus valores o su capacidad adquisitiva son distintos a los míos.

Y el vendedor piensa que vale más tener un piso a la venta a un precio ficticio por si suena la flauta que asumir una pérdida que le ahorrará todo el recorrido de bajada que todavía puede acontecer. O da un margen de negociación más amplio (desconozco el precio real al que se acaban vendiendo). O tal vez estoy equivocado y el precio actual de la vivienda es el que se corresponde a la situación económica del momento.

Y el legislador sigue premiando fiscalmente la posesión de una vivienda sobre el vivir de alquiler. ¿Por qué? ¿Porque en este país impera la cultura de ser propietario de tu casa? ¿Porque la posesión limita la movilidad geográfica? ¿Porque impera la cultura de la deuda y por tanto es mejor un endeudamiento que ahoga que un ahorro que protege? ¿O simplemente porque el legislador es propietario de una vivienda y defiende sus intereses particulares? Exactamente igual que yo.

Yo defiendo el alquiler. Defiendo que fiscalmente no se penalice la decisión de vivir de alquiler respecto a la de comprar una vivienda. Que el ahorro líquido tenga el mismo tratamiento fiscal que el que decidió libremente invertirlo en ladrillo, en su vivienda habitual. Que los pagos de alquiler tengan el mismo tratamiento que los pagos de la hipoteca (independientemente de la fecha de compra o arrendamiento de la misma).

Yo en realidad pienso que la vivienda habitual es una forma más de invertir el dinero, que todo el mundo tiene la libertad de decidir qué hacer con sus rentas y sus ahorros y que prácticamente todo el mundo necesita un techo bajo el que vivir. Por ello, fiscalmente la vivienda habitual no debería tener un tratamiento diferenciado o particular a otro tipo de ahorro, inversión, patrimonio, donación, sucesión...

Pero claro, si tuviera una vivienda de propiedad pensaría distinto....

EL TABACO

Nunca he fumado. Tampoco he entendido nunca por qué la gente fuma. Comprendo lo difícil que es desengancharse de las sustancias adictivas, pero nunca he entendido el primer cigarrillo. Sabemos que mata, sabemos que engancha, sabemos que produce cáncer al usuario y a su entorno más próximo. Pero la gente sigue empezando a fumar. ¿Gregarismo? ¿Inercia? ¿Rebeldía? ¿Voluntad débil? Cada uno tendrá sus motivos.

Pero lo que siempre me ha sorprendido es que el tabaco sea legal. Una sustancia similar, en cuanto a toxicidad y adicción no se permitiría en ningún tipo de alimento. Afortunadamente las leyes han cambiado, pero el tabaco sigue siendo legal.

Y es legal porque económicamente es muy rentable. Se habla del coste de la Seguridad Social provocado por las enfermedades derivadas del tabaquismo. Sin embargo el tabaco produce un montón de puestos de trabajo en su producción, distribución y venta, genera unos sabrosos impuestos y beneficios empresariales y un elevadísimo ahorro en pensiones por las muertes prematuras y la reducción de la esperanza de vida del fumador. La persona que muere por enfermedades derivadas del tabaco hubiera muerto igualmente por otros motivos unos años después, generando igualmente un coste sanitario.

Pero ¿justifica su rentabilidad económica el drama humano de la enfermedad y la muerte prematuras? Si el dinero es más importante que la vida humana estaríamos justificando cualquier actividad empresarial contaminante, nociva, destructiva, venenosa, tóxica, cualquier droga, y en definitiva la mayoría de actividades delictivas.

Es por ello que no entiendo que el tabaco siga siendo legal.