jueves, 23 de febrero de 2012

EL QUERCUSCIDIO

Hace un par de semanas publiqué un artículo titulado Los Árboles. Lo escribí en el momento de inspiración, pero yo ya hacía algún tiempo que había plantado bellotas en macetas, y algunas ya asomaban en germinación.

Publicar ese artículo me dio la oportunidad de rescatar viejas fotografías. En la que colgué aparezco con mi perro (en paz descanse) y se ve un círculo de piedras que puse para identificar el árbol. Al poco de escribirlo volví a esa montaña, y gracias a la fotografía me orienté, y encontré las piedras. El árbol murió en un incendio, pero las piedras, 20 años después, estaban exactamente en la misma posición que las dejé. Ha llovido, ha nevado, esa zona se quemó un par de veces, ha pasado gente, animales, y las piedras no se han movido.

Limpié los arbustos de dentro del círculo, planté el primer árbol de la nueva generación y lo regué. Era diminuto, medio centímetro, pero no me gusta dejarlos mucho tiempo en macetas porque las raíces se enroscan en el fondo y pierden fuerza.

Hoy, dos semanas después, cargado con una garrafa de 5 litros en la mochila lo he ido a regar. Lo planté en un lugar recóndito y de difícil acceso. Pero no lo suficiente. Me he encontrado la tierra removida, la semilla no estaba, el círculo de piedras desparramado y pisadas humanas alrededor. En 20 años las piedras no se movieron, y en dos semanas alguien me ha vuelto a asesinar el bonsái.

Yo tengo un principio. Cultivar y trasplantar los árboles me supone un tiempo y un requerimiento físico importantes. Sé que en cualquier momento me puedo encontrar los árboles muertos (por causas naturales o artificiales), por tanto la prioridad no es el objetivo (que los árboles sobrevivan) sino el proceso (que yo disfrute plantándolos y en cada minuto de todas las excursiones para visitarlos y regarlos). Y así lo hago. Por tanto el goce, el ejercicio, el contacto con la Naturaleza, el aire puro, y la ilusión están blindados. Nadie me los puede arrebatar.

Pero ver el quercuscidio me ha entristecido. Aprovecho para apostillar que la palabra quercuscidio me la acabo de inventar. Se define como una de las acciones más bajas que puede realizar un ser humano, asesinar gratuitamente a un árbol, en este caso de la familia Quercus (robles, encinas, alcornoques, etc...). Voy a intentar usarla en futuras publicaciones, aunque no venga a cuento, a ver si difundo la palabra y conciencio para que no sea necesario usarla nunca.

He regado igualmente el lugar porque la garrafilla ya pesaba, y me he sentado pensativo. Se me ha pasado por la cabeza poner una nota del estilo "Respeta mi árbol y yo respetaré tu vida". Pero no lo he hecho porque es una batalla perdida. Y porque no es mi árbol. Los árboles no pertenecen a nadie. Y también porque aunque me encontrara al capullín en pleno quercuscidio probablemente tampoco lo mataría.

Pero he pensado. Yo soy de los que creen que las cosas no pasan por casualidad, que siempre hay una lección o un efecto positivo que se puede sacar de cada acontecimiento. Sea el que sea. Incluso de un quercuscidio. Inicialmente no lo he encontrado, así que me he hecho unas preguntas.

¿Quién? Desde luego no era un amante de la Naturaleza, nadie que lo sea comete quercuscidios. Tal vez un cazador o un silvestrista que no les gustó lo que opiné sobre ellos en mi blog. Pero eso es casi imposible. De acuerdo con las estadísticas, prácticamente nadie se lee mi blog, y los pocos que lo hacen están en Rusia (cosa que tampoco acabo de entender pero les mando un afectuoso abrazo). Pero alguien que odia la Naturaleza no se pasea por lugares tan recónditos e inaccesibles... lo que me lleva a la siguiente pregunta.

¿Por qué ha ocurrido? He pensado que podría ser un mensaje del Universo para que no pierda el tiempo en chorradas y detalles y enfoque de una vez mi vida hacia los designios más elevados que tiene guardados para mí. Pero esto no me cuadra con lo que disfruto en cada excursión. Cuando algo te apasiona, cuando lo haces desde el corazón, cuando escuchas a tu Alma, quiere decir que vas por el buen camino. Y el Universo nunca te aparta de lo que te dicta tu interior.

¿Cuál es el móvil del quercuscida? (me refiero a su motivación, no a su número de teléfono). Está claro que no iba a por el árbol. No alcanzaba el medio centímetro, el bosque está lleno de matojos y ni buscándolo lo habría encontrado. Pero las piedras lo delataron. Demasiado bien puestas. Se notaba que la mano del hombre estaba detrás. El quercuscida no persigue matar al árbol. Su objetivo es el ser humano que lo planta. Le da placer imaginarse la cara que pondrá cuando vea como en unos segundos él, poderoso, destruye lo que al otro le ha costado años conseguir.

¿Por qué puse las piedras? En principio para recordar dónde estaba, para que no fuera pisado por error y porque si alguien lo encontraba viera que estaba plantado por un humano y se pudiera contagiar de impulsos medioambientalmente favorables (como me pasó a mí, cuando era pequeño, que en una excursión encontré un hombre repoblando y ello despertó mi afición). Pero tal vez hubo algo de ego, para que la gente pensara lo fuerte que estaba porque podía levantar piedras que mucha gente es incapaz de mover.

La experiencia me demuestra que es más probable un quercuscidio a que los pisen por error. Que ya conozco el territorio de sobras como para no necesitar identificarlos con piedras para encontrarlos. Y que mi ego y mi espalda ya no son lo que eran. Por tanto, la lección que saco es que debo replantear la estrategia.

A partir de ahora la mejor defensa para los bonsáis será su discreción. Cuanto menos se note que los ha plantado un humano mejor. Nada de piedras, nada de cercos para recoger el agua, nada que destaque o pueda atraer la atención de un quercuscida. Nadie los verá y pensará en mí. En el que los ha plantado. Nadie sabrá dónde están. Y si los pierdo dependerán de ellos mismos para sobrevivir. No me necesitan. Nunca lo han hecho. Por eso es tan importante recordar la regla de oro: Disfrutar del proceso. Es lo único que importa.

4 comentarios:

  1. Yo soy española y he descubierto tu blog, y me gusta. :)

    ResponderEliminar
  2. Me alegro mucho. De tu visita, de tu comentario y de que te guste. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Hola soy venezolana. Quisiera saber el nombre de la planta que aparece en la maceta. por favor

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es un pino. En concreto un pino piñonero, también conocido como pinus pinea. Saludos!!

      Eliminar