Algunas
personas consideran que el cambio de sexo es una opción libre y
personal de cada individuo. Por tanto pasar por quirófano para cambiar
de sexo equivaldría a realizarse una operación de cirugía estética, como
retocarse la nariz, una liposucción o un aumento de pechos, aunque
mucho más cara. Por ese motivo debería ser financiada por la persona que lo
desea, y no entrar dentro de la Seguridad Social ni ser pagada con
dinero público, que debería destinarse a prioridades más vitales.
Tampoco serviría el argumento del sufrimiento psicológico de la persona
afectada, por tener un sexo distinto al que desea, ya que ello sería
equiparable al de una mujer obsesionada por haber nacido con los pechos
pequeños, y no por ello se le financia el aumento de mamas.
Yo no estoy de acuerdo. Yo opino que las operaciones de cambio de sexo sí que deberían estar cubiertas por la Seguridad Social. Es habitual
que la transexualidad no se comprenda, y se considere un “capricho”, un
vicio o incluso una depravación. Es cierto que afecta a un número
reducido y minoritario de personas y que difícilmente es “adquirible” o
“contagiable” en una persona que no lo padezca de nacimiento. Por tanto,
todos los que no lo quieren en la Seguridad Social saben que ellos
nunca lo necesitarán. Como ninguna mujer necesitará nunca utilizar los
recursos públicos para el cáncer de próstata (y no por ello piden que se
excluya). Y obviamente, la Seguridad Social no debería marginar ninguna
problemática por ser minoritaria porque el afectado ya tiene suficiente
desgracia de haberle tocado a él.
La
transexualidad solamente la comprenden los transexuales. Si alguna vez
te has roto una pierna puedes entender el dolor del que se ha roto la
suya. Puedes empatizar y desear destinar recursos a su curación. Sin
embargo difícilmente entenderás el sufrimiento psicológico de una
persona atrapada en un cuerpo del sexo contrario. Pero si esa persona
está dispuesta a pasar por el quirófano para que le amputen los
genitales, para que le reconstruyan artificialmente otros, si está
dispuesto a afrontar el calvario hormonal y el rechazo social que
supone cambiar de sexo es que realmente está muy desesperada. Es porque
el sufrimiento que le supone habitar su cuerpo es tan grande que
prefiere padecer ese tormento a resignarse al cuerpo que le ha tocado al
nacer. Ese sufrimiento no lo podemos entender, pero existe. Y la
Sanidad Pública es para ayudar a que la gente no sufra. Incluyendo a las
minorías.