miércoles, 1 de agosto de 2012

EL ALCOHOL

Como ya publiqué en su día yo soy partidario de la prohibición total del tabaco

Originariamente se consideraba una planta sagrada, utilizada en diversos rituales chamánicos y presente en la tradición de numerosas culturas. 

Pero en occidente se ha desvirtuado y corrompido hasta tales niveles que actualmente es una droga más, adulterada como pocas y con un poder adictivo y nocivo para la salud tan conocido como ignorado. Pero con un agravante importante. Su toxicidad no se limita al consumidor sino que afecta al entorno más próximo, al margen de su voluntad.

Se ha demostrado sobradamente que los fumadores no acostumbran a respetar la salud de los demás de forma voluntaria y espontánea. Por ello la única solución ha sido y sigue siendo prohibir. Una palabra que no me gusta pero que en este caso se convierte en necesaria.

A veces me preguntan, ¿si prohibirías el tabaco por ser una droga tóxica y adictiva, prohibirías también el alcohol?

Buena pregunta. Al margen de que ya se intentó en los Estados Unidos y fracasó, que ya sé que los cardiólogos recomiendan la copita de vino tinto diario y que si el tabaco es una fuente de empleo e ingresos económicos importantes, el alcohol lo es en mucha mayor medida, creo que hay una diferencia fundamental.

Cuando el uso del alcohol perjudica la salud de los del entorno (conducir borracho, provocar accidentes, peleas,...) la ley ya actúa. El hecho de beber no está penalizado, está penalizada la agresión que provoca a otro. Y es correcto que así sea. Del mismo modo el hecho de fumar no debería prohibirse, debería estarlo el perjuicio que provoca el humo en pulmón ajeno, pero en este caso, va siempre asociado. No puedes fumar cerca de una persona y no perjudicarla pero sí puedes beber un trago de alcohol y que no le afecte. Esta es la diferencia fundamental.

Debo añadir que yo soy abstemio total. Hace años que no pruebo una gota de alcohol. Al menos voluntariamente (si alguien me invita a comer y ha puesto un poco de vino blanco en el estofado no le hago un feo, pero no lo bebo directamente). Y lo hago porque creo que mi hígado ya tiene suficiente trabajo para depurar toda la basura que ingiero involuntariamente con la adulteración actual de los alimentos como para que yo le añada más veneno. Ya trabaja bastante como para que yo lo estrese más. Yo quiero a mi hígado. Yo quiero a mi cuerpo. Por eso los cuido y respeto.


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