lunes, 23 de diciembre de 2013

¡¡¡ FIRMES !!!

Hace unos días vi en una película a un soldado saludando a un oficial de rango "superior". Se ponía erguido, sacaba pecho, juntaba las piernas, miraba al infinito y colocaba la punta de los dedos de la mano derecha en contacto con su sien de forma brusca, levantando el codo en ángulo recto.

Un ritual tan artificial como saludar encajando las manos, hacer el signo de victoria con el dedo índice y el corazón, subir o bajar el pulgar estilo "emperador romano" o hacer una peineta. Todo cultural.

El saludo militar representa la obediencia y la sumisión. Es habitual, que se entrene a los soldados a no cuestionar las decisiones de sus superiores. Ha pasado en todas las épocas y en todos los rincones del planeta. En caso contrario no habría guerras. Si los soldados pensaran por ellos mismos ni matarían ni se dejarían matar para mantener el poder y la riqueza de sus gobernantes y oficiales. Ni mucho menos por su país. Unas líneas artificiales pintadas en el mapa que decidieron unos gobernantes en la antigüedad para su beneficio particular, que otros han mantenido a lo largo de generaciones con el mismo fin.

Pero ¿cómo llega una persona a anularse hasta el punto de dejarse matar para que otro mantenga su riqueza?

No lo sé. Pero lleva ocurriendo desde los albores de la humanidad.

Está claro que existen mecanismos para que los soldados no piensen en plena contienda. Fusilamientos, consejos de guerra, amenazas, escasez de alternativas, y sobretodo el peligro de muerte en pleno campo de batalla. Hay que tener la mente muy clara para reflexionar o pensar por uno mismo cuando tu vida depende de que acabes con la de otro. No, la reflexión que yo echo de menos es anterior.

Existen mercenarios que matan por dinero o promesas de saqueo, botín, y otras recompensas. Imagino que si mezclamos la miseria más absoluta con mentalidades enfermas y perturbadas podrías reclutar a unos cuantos, pero no los suficientes como para montar una guerra.

Yo creo que la clave está en el lavado de cerebro. Preferentemente cuando las personas todavía son niños. Pero no hablo tanto de religiones o patriotismos. Estos son muy evidentes. Yo me refiero a elementos más sutiles. Una cultura de la guerra camuflada en el cine, la literatura, los videojuegos, la educación. ¿Cuántas películas tienen por argumento la historia de una venganza? ¿En cuántas aparecen héroes que ejecutan "merecidamente" a villanos más malvados que ellos mismos? ¿Cuántos juguetes infantiles abogan por la violencia? 

Pero no todo es fomentar la cultura de la agresividad para que nada cambie. También existe la voluntad de sumisión. Hay mucha gente que no quiere pensar. Que prefiere obedecer. Pensar cansa. Decidir cansa. Responsabilizarse es agotador. Es mejor delegar en otros el poder, el gobierno, la iniciativa. Es mucho más cómodo someterse, y de vez en cuando quejarse de lo mal que van las cosas. Algunos prefieren ser soldados obedientes... Otros les colmarán de medallas, halagos y homenajes para mantener sus propias posiciones de poder y su riqueza. Les necesitan para que "enemigos" de su misma calaña no se los arrebaten.

martes, 30 de julio de 2013

EL EFECTO MASA

El ser humano se comporta a veces como un bisonte corriendo en estampida. Avanza a toda velocidad siguiendo a la masa sin saber hacia donde. Si los demás lo hacen será lo correcto. No se plantea la dirección. Podrían ir todos hacia un acantilado, pero no se lo cuestiona. Si todos corren por algo será... nadie se quiere quedar atrás...

Tenemos numerosos ejemplos. Colas en rebajas para comprar cosas que no necesitamos. Burbujas de todo tipo (si los demás se enriquecen comprando vivienda yo también... los inmuebles nunca bajan...). Modas (ropa, tecnología, redes sociales, juegos on line, fútbol...). Ideologías, religiones, creencias... Acumulación de poder o de riqueza material como indicador del éxito en la vida...

Yo creo que es un mecanismo de defensa del cerebro. Si tuviera que pensar todo lo que va ha hacer, con la cantidad de estímulos que recibe, se sobre calentaría y se le fundirían las neuronas. Por ello ha creado dos mecanismos de defensa:

a) La repetición, los hábitos, las costumbres, las rutinas... (hacer lo de siempre para no tener que volver a pensar / decidir cada vez)

b) Copiar, imitar, hacer lo que hacen todos... (si alguien ya lo ha pensado no lo tengo que volver a pensar yo)

Además, en una sociedad que castiga el error, el hecho de que muchos otros se hayan equivocado igual que yo es un atenuante social que siempre consuela.

De vez en cuando algún bisonte se detiene. Levanta la cabeza y mira hacia donde se dirige la manada. Y a veces no le gusta lo que ve. Si el bisonte está en la periferia puede parar. Puede apartarse. Incluso puede convencer a algunos de los que tiene cerca para que hagan lo mismo. Y si no son capaces por lo menos que le sigan a él en otra dirección.

Pero cuando el bisonte que se para está en el medio de la estampida fácilmente será arrollado por los demás o verá impotente como le arrastran hacia el acantilado. Un ejemplo sería la del soldado desertor en una guerra absurda (como todas) o la del defensor del medio ambiente en un escenario capitalista ultra liberal.

¡¡Bisontes!! Levantad la cabeza de vez en cuando para mirar hacia donde va la manada. Quizás otros os vean y os imiten. Tal vez podáis parar la manada. Tal vez no. Pero por lo menos mirad. Cuestionaos la dirección. Sino seréis arrastrados siempre por los que van delante dirigiéndola. Y ellos a veces tampoco saben el rumbo. También miran hacia el suelo... o tal vez están mirando hacia su propio ombligo...

PD - este artículo se lo dedico a mi padre. Le quiero por ser como es, no porque la sociedad establezca que a un padre hay que quererlo.

miércoles, 5 de junio de 2013

TRANSEXUALES

Algunas personas consideran que el cambio de sexo es una opción libre y personal de cada individuo. Por tanto pasar por quirófano para cambiar de sexo equivaldría a realizarse una operación de cirugía estética, como retocarse la nariz, una liposucción o un aumento de pechos, aunque mucho más cara. Por ese motivo debería ser financiada por la persona que lo desea, y no entrar dentro de la Seguridad Social ni ser pagada con dinero público, que debería destinarse a prioridades más vitales. Tampoco serviría el argumento del sufrimiento psicológico de la persona afectada, por tener un sexo distinto al que desea, ya que ello sería equiparable al de una mujer obsesionada por haber nacido con los pechos pequeños, y no por ello se le financia el aumento de mamas.

Yo no estoy de acuerdo. Yo opino que las operaciones de cambio de sexo que deberían estar cubiertas por la Seguridad Social. Es habitual que la transexualidad no se comprenda, y se considere un “capricho”, un vicio o incluso una depravación. Es cierto que afecta a un número reducido y minoritario de personas y que difícilmente es “adquirible” o “contagiable” en una persona que no lo padezca de nacimiento. Por tanto, todos los que no lo quieren en la Seguridad Social saben que ellos nunca lo necesitarán. Como ninguna mujer necesitará nunca utilizar los recursos públicos para el cáncer de próstata (y no por ello piden que se excluya). Y obviamente, la Seguridad Social no debería marginar ninguna problemática por ser minoritaria porque el afectado ya tiene suficiente desgracia de haberle tocado a él.

La transexualidad solamente la comprenden los transexuales. Si alguna vez te has roto una pierna puedes entender el dolor del que se ha roto la suya. Puedes empatizar y desear destinar recursos a su curación. Sin embargo difícilmente entenderás el sufrimiento psicológico de una persona atrapada en un cuerpo del sexo contrario. Pero si esa persona está dispuesta a pasar por el quirófano para que le amputen los genitales, para que le reconstruyan artificialmente otros, si está dispuesto a afrontar el calvario hormonal y el rechazo social que supone cambiar de sexo es que realmente está muy desesperada. Es porque el sufrimiento que le supone habitar su cuerpo es tan grande que prefiere padecer ese tormento a resignarse al cuerpo que le ha tocado al nacer. Ese sufrimiento no lo podemos entender, pero existe. Y la Sanidad Pública es para ayudar a que la gente no sufra. Incluyendo a las minorías.

jueves, 23 de mayo de 2013

HOMBRES MALTRATADOS

Dice la Constitución Española, en su Artículo 14, que los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.

Ello implica (al margen de la inmunidad de las infantas y los indultos a dedo) que ninguna ley debería promover la desigualdad o la discriminación. Pero ocurre. En particular con la violencia de género cuando la víctima es un hombre.

Y no hablo de instituciones privadas de mujeres maltratadas que no atienden a las víctimas masculinas. Hablo de leyes, publicadas en el BOE, claramente anticonstitucionales, en los que se realiza una "discriminación positiva" en favor de la mujer maltratada.

¿Y los hombres? ¿No sufren los hombres maltratados un infierno? ¿No les afecta a la autoestima? ¿No tienen problemas psicológicos? Cualquier maltrato, cualquier violencia de género es condenable, y la ley no debería discriminar en función del género de la víctima.  No porque no sea constitucional. Porque no es justo. La discriminación nunca es positiva.

El hecho de que estadísticamente se declaren menos casos en los que el hombre es la víctima no es excusa para su trato diferenciado. Probablemente muchos de ellos lo ocultan por miedo y vergüenza. Pero, precisamente, si son pocos los afectados no debería ser significativo incluirlos en las ventajas, ni iría en detrimento de nada ni de nadie. 

Toda ley destinada a proteger o compensar a las víctimas de la violencia de género que cambiara la palabra MUJER por la palabra PERSONA en su redactado, dejaría exactamente en la misma situación a las víctimas femeninas, no las perjudicaría en nada, y equipararía los derechos de los hombres maltratados. 

Pero ello no ocurre. ¿Por qué? ¿Tal vez se quiere castigar al género masculino por ser estadísticamente el responsable de la mayoría de maltratos? ¿Y así ensañarse con las víctimas para vengarse del colectivo?. Las personas particulares se pueden permitir tener esta mentalidad cerrada, primitiva y egoísta, pero la ley no. La ley debe ser justa e imparcial, y entender que cada víctima es un drama particular, independiente de lo que haya hecho alguno de sus congéneres.

Por eso no entiendo que se sigan promulgando leyes contra la violencia de género que discriminen a las víctimas masculinas. Si existiera alguna ley para proteger exclusivamente a los hombres víctimas de la violencia de género ya habría saltado por los aires.

miércoles, 3 de abril de 2013

EL MÚSCULO ESTAPEDIO

Es por muchos conocido que dentro del oído medio tenemos tres huesecillos, el Martillo, el Yunque y el Estribo, siendo este último el hueso más pequeño del cuerpo humano.

Pero algunos todavía no han oído hablar del músculo estapedio, también conocido como músculo del estribo. No por casualidad, también ostenta un récord, el de ser el músculo esquelético más pequeño de nuestro cuerpo.

Su función actual es atenuar las vibraciones muy pronunciadas que se producen en el estribo por los ruidos de gran intensidad. Protege las estructuras anexas (ventana oval), disminuye la sensibilidad auditiva y su parálisis se asocia con la hiperacusia (audición anormalmente sensible).

  
Pese a su escaso tamaño y actual desconocimiento, este músculo algún día protagonizará todos los medios de comunicación.

El cuerpo humano evoluciona y se adapta a su entorno, pero siempre va un paso por detrás.  La función crea al órgano. Estamos diseñados para vivir en la Naturaleza, pero en unos pocos centenares de años hemos modificado nuestro estilo de vida de forma radical, y nuestro cuerpo no está preparado para ello.

Un ejemplo es el ruido. Nuestro oído no está preparado para los niveles de ruido que sufrimos actualmente. El hombre primitivo escuchaba sonidos leves que podían significar la presencia de un depredador o enemigo, y ello podía ser clave para su supervivencia. El hombre actual escucha martillos neumáticos, motos de gran cilindrada, camiones de la basura, vecinos amantes del bricolaje y una infinidad de decibelios que no le aportan ningún beneficio ni le satisfacen ninguna necesidad.

Las personas pueden cerrar los ojos a voluntad y dejar de ver, pero no pueden decidir "cerrar los oídos" y dejar de escuchar... por ahora...

Exacto. El ser humano evolucionará, y en un futuro, tal vez dentro de miles de años, pero algún día, su músculo estapedio mutará, aumentará de tamaño, podrá ser controlado a voluntad y adquirirá la capacidad de separar temporalmente el yunque del estribo (o el estribo de la ventana oval), impidiendo la transmisión de las vibraciones del tímpano, y por tanto produciendo sordera absoluta de forma consciente y controlable.

Poder dormir, leer, meditar o descansar en silencio absoluto, al margen de lo que los demás decidan que debes escuchar. Poder simular que estás en una conversación o reunión de trabajo y "desconectar" de forma unilateral sin que los demás se enteren. Todo esto algún día será posible. Y no gracias a la tecnología. Gracias a la evolución natural y a la adaptación de un órgano que ha visto totalmente modificada la función para la que fue inicialmente diseñado.

No viviré lo suficiente como para poder ver mi teoría confirmada, probablemente faltan siglos para que nazca el primer humano con esa mutación, pero algún día ocurrirá. El tiempo me dará la razón.

lunes, 4 de febrero de 2013

LOS MICROTIMOS

Siempre es mejor estafar a muchos clientes una cantidad pequeña que robarle a uno de ellos un importe elevado.

A menudo, el coste del papeleo y las molestias asociadas a la reclamación son más caros y extenuantes que el importe estafado, y por tanto muchos clientes se disgustan, con suerte cambian de proveedor (aunque a veces ni eso) y se olvidan.

Esto lo conocen muy bien las compañías de telefonía móvil. 

Recuerdo que hace años contraté los servicios de una de ellas (que ya no existe). Un buen día, cansado de sus deficiencias llamé para dar de baja todos los servicios. Debía ser el mes de abril. En enero del año siguiente (8 meses después) recibí un cargo de 1 euro en mi cuenta. Llamé para avisar del error y me dijeron que todo era correcto. Resulta que no me habían dado de baja de un servicio complementario (identificación de llamada, ...), que era gratuito, y que había quedado durmiente todos esos meses. Pero en enero decidieron que a partir de entonces costaría un euro al mes, así que lo reactivaron. Y me cargaron un euro.

Me amenazaron con que si no lo pagaba me incluirían en una lista de morosos y a partir de entonces la gente me escupiría por la calle, los perros me morderían, los niños huirían de mí y Lucifer se apoderaría de mi alma. Y que valorase si por un simple euro me quería arriesgar a las nefastas consecuencias de entrar en esa lista negra. También me informaron del procedimiento de reclamación, que entre llamadas, buro faxes, fotocopias e impresiones, obviamente valía bastante más que el dichoso euro. Así que, como ellos ya sabían, pagué el euro y me resigné a archivar el caso en el expediente del olvido. Pero reflexioné sobre el tema. Imaginemos todos los clientes (actuales y antiguos) que tiene una compañía de telefonía. Y sumamos un euro (en el supuesto que se dieran cuenta el primer mes) para cada uno de ellos. Centenares de miles de euros en beneficios. Una mina de oro!!. Y lo saben.

Si una empresa te intenta robar un importe elevado luchas hasta la muerte para recuperarlo. Pero no te desgastas por un simple euro. Y ellos a forrarse.

Pero hoy las cosas han cambiado. Hoy reclamo aunque pierda dinero. Ya no es un criterio económico o de eficiencia. Me lo planteo como un deporte. Como un juego. Como una diversión. Y a la vez es obra social. Un grano de arena para conseguir un mundo mejor. Que no se acostumbren a que la gente pasa. Que no se acostumbren a la impunidad. Cada comisión bancaria injusta, cada error en la factura del teléfono, cada impuesto mal cobrado (en ese caso fue bastante más de un euro...), cada fraude corporativo contra el consumidor, se convierte en un nuevo pasatiempos. Un Sudoku burocrático-administrativo que afronto con ilusión como un reto personal para mi divertimento y para hacer de este mundo un lugar mejor donde vivir.